De joven, siempre estaba junto a su padre, comentando las noticias del día y otros asuntos de interés. Al final de la jornada, su padre le pedía que hiciera un resumen de las noticias, momento en el que ella aprovechaba para demostrar sus conocimientos, especialmente en un mundo en el que normalmente no se tenía en cuenta a las personas con discapacidad visual. Florence Ndagire se convirtió en la primera abogada con discapacidad visual de Uganda, un país que, a pesar de ser moderno en muchos aspectos, a menudo no tiene materiales educativos y planes de estudio para las personas con discapacidad visual. Aún así, Florence Ndagire superó muchos obstáculos y ahora es un modelo para muchas personas, incluidas aquellas con discapacidad. Actualmente forma parte de la Junta de Dirección de la Unión Nacional de Mujeres con Discapacidades de Uganda, y también es Presidenta del Grupo Asesor de la Sociedad Civil Regional para África oriental, que ofrece orientación a ONU Mujeres.
En una de las veladas en las que resumía las noticias a su padre, escuchó una entrevista con el antiguo Jefe de Justicia, Francis Ayume. Su discurso apasionado a favor de los derechos humanos le inspiró a convertirse en abogada. Decidió defender los derechos humanos para todas las personas, especialmente para aquellas con discapacidades. Esta decisión condicionó la vida de Ndagire y la enfrentó a dificultades como sufrir burlas por ser invidente. Su madre fue acusada de haber estado “maldita” y de condenar a la familia por haber traído a su hija a este mundo. El apoyo inquebrantable de su madre y su padre hizo que Ndagire resistiera durante aquellos duros años. La educaron con la misma ilusión que al resto de sus hijas e hijos, que no tenían ningún problema de visión.
Ndagire recibió una beca estatal para estudiar derecho. La única alumna de derecho con discapacidad visual de un conjunto de 450 estudiantes, se frustró con la falta de materiales de la universidad y no podía permitirse comprarse equipo caro. Esta sensación de urgencia desencadenó su larga travesía para convertirse en la defensora de los derechos humanos que quería ser.
Finalmente, un grupo misionero le dio un ordenador portátil que podía leer en voz alta materiales escritos, lo que ayudó a Ndagire a salvar la distancia en el aprendizaje respecto a sus compañeras y compañeros. Pese a que su educación en la facultad de derecho estaba financiada por un sacerdote local, también trabajaba ofreciendo servicios de limpieza a la parroquia mientras esperaba el momento en el que se pudiese graduar e iniciar su trayectoria hacia la justicia y la igualdad para todas y todos en 2008.
Es un modelo a seguir para muchas personas, incluso fuera de su ámbito legal. Ndagire escaló el monte Kilimanjaro en 2010 para recaudar fondos para niñas y niños con discapacidades a través de una fundación benéfica local, consiguiendo alcanzar los 3.850 metros, 850 metros por encima del límite en el que muchas personas tienen que parar al sentir mareos por el mal de altura.
Desmontando prejuicios sobre las personas con discapacidad visual, Florence Ndagire sigue abriendo camino, como por ejemplo, tratando de mejorara los derechos de las personas con discapacidades.
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