Durante
la guerra civil de Liberia, con el sonido de las balas de fondo, se las ingenió
para movilizar a centenares de mujeres que se desplazaron desde su aldea rural,
Totota, hasta el territorio que durante el conflicto estuvo dominado por los
rebeldes en la parte occidental del país, una decisión inusitada. Annie
Nushann, activista a favor de los derechos de las mujeres y
madre de diez hijas e hijos, siguió desafiando a la muerte en medio del
conflicto para poder crear la primera choza de la paz y centro de
empoderamiento de las mujeres en Liberia. La choza de la paz fue la primera
alternativa a la hora de exigir justicia en casos relacionados con los derechos
de las mujeres, incluida la violencia sexual y de género. No sólo garantizaba
un refugio seguro para las sobrevivientes de la violencia sino que también era
un espacio para las negociaciones de paz lideradas por mujeres y la
capacitación sobre liderazgo para mujeres durante y después de la guerra.
Pese a que la guerra
finalizó en 2003 con la firma de un acuerdo de paz nacional, todavía se daban
casos de violencia de género. Nushann sigue dirigiendo las chozas de la paz y
los centros de empoderamiento de las mujeres, que ahora son ya 17, donde se ha capacitado
a 425 mujeres en los ámbitos del liderazgo, la consolidación de la paz y la
resolución de conflictos. Las mujeres líderes abordan cuestiones sobre la
violencia de género, así como la resolución de problemas relacionados con
asuntos públicos y privados para personas de la comunidad. Por si no tuviese
poco trabajo, los centros de empoderamiento de las mujeres ofrecen ahora
sesiones de capacitación sobre empoderamiento económico para las mujeres en
relación con la gestión de pequeños negocios, la alfabetización, la confección
de ropa, bolsos y otros productos. Aclamadas internacionalmente por la labor
que realizan, las chozas de la paz han sido visitadas por la presidenta de
Liberia –y galardonada con el premio Nobel– Ellen Johnson Sirleaf, así como por
diversas y diversos responsables de las Naciones Unidas. Han sido reconocidas
como iniciativas catalizadoras a favor de la paz sostenible.
Hija de un hombre que
trabajaba en la extracción del caucho de los árboles, creció en lo que define
como un hogar feliz, a pesar de que su padre ganaba menos de dos dólares
estadounidenses al día y ella trabajaba en la agricultura de subsistencia y
también en casa. Nushann ayudó a su padre lo mejor que pudo, y escogió vivir
con él tras el divorcio de sus padres, para poder continuar su educación. Más
tarde se casó, abrió un pequeño negocio, y, cuando empezaba a asentarse,
explotó el conflicto civil en 1989. Temiendo por su vida, las de sus hijas e
hijos y su negocio, se vio obligada a buscar refugio en Côte d’Ivoire.
Sin embargo, estas
difíciles circunstancias la hicieron reflexionar sobre la importancia de la
consolidación de la paz y lo mucho que le gustaría cambiar la situación de las
mujeres en su país. Así, se enfrentó a las balas, arriesgó las vidas de sus
hijas e hijos, regresó a Liberia para movilizar a las mujeres para que instaran
a poner fin a la lucha civil, y creó las chozas de la paz y los centros de
empoderamiento de las mujeres. A pesar de que su marido le recriminaba
constantemente el hecho de haber abandonado las tareas domésticas, sigue
trabajando con determinación y optimismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario