viernes, 21 de febrero de 2020

Dra. Krisana Kraisintu, impulsora y creadora de medicamentos genéricos contra el VIH/SIDA en países pobres

En Asia y África, donde ella trabaja, las amenazas de muerte son frecuentes, así como los ambientes peligrosos. Hay algunas victorias, muchas derrotas, vidas salvadas y algunas perdidas. Pero la Dra. Krisana Kraisintu de Tailandia, la “farmacéutica gitana” como se la conoce popularmente, sigue adelante sin descanso. Su misión es ofrecer atención de salud asequible para todo el mundo, pues considera que es un derecho humano fundamental. “Mi vida está dedicada a promover la producción farmacéutica local a través de la formulación y elaboración de medicamentos genéricos de precio módico para tratar el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades, y así mejorar la salud de las personas”, dice la doctora. 

En su amplia carrera científica como farmacéutica ha trabajado para ayudar a los enfermos —especialmente a las personas con VIH y SIDA— en Asia y África, donde el acceso a la medicina a menudo es difícil. Ganadora del prestigioso premio Ramon Magsaysay en la categoría Servicio Público, la doctora logró que se produjera en 1992 la primera versión genérica del medicamento AZT (azidotimidina), para tratar la infección avanzada por VIH. El medicamento se completó en 1995, mientras ella era la Directora de Investigación y Desarrollo de la Organización Farmacéutica Nacional (GPO, en inglés), donde también fue la primera mujer que ocupó un alto cargo ejecutivo. Pero su lucha también supuso enfrentarse a la cúpula de poder del sector farmacéutico.
Ella y su equipo posteriormente recibieron el reconocimiento mundial cuando crearon la primera combinación genérica de medicamentos contra el VIH, conocida como GPO-VIR. Esta reduce considerablemente los costos del tratamiento y fue aprobada por la OMS como el primer régimen de tratamiento para pacientes con VIH/SIDA en los países pobres. Tailandia pasó a la historia con el medicamento al volverse el primer país que fabricó medicamentos genéricos contra el VIH/SIDA y los exportó a los países vecinos. 
Sus acciones han salvado decenas de miles de vidas, probablemente más. La popularidad de la doctora es tan grande que su fama ha trascendido de las universidades donde todavía enseña y las comunidades donde trabaja, y ha llegado a los escenarios de Broadway, donde su historia inspiró la obra Cocktail

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