Una auténtica fuerza de la naturaleza: así es como se le conoce popularmente. Desafiando a las críticas y plantando cara a la discriminación y los estereotipos, Georgina Beyer abrió un camino nuevo cuando se convirtió en la primera alcaldesa transexual reconocida en 1995, así como en la primera parlamentaria transexual en 2000. Defensora de los derechos humanos con un dilatado historial, su legado incluye una extensa y destacada lista de reformas legislativas. Paso a paso, trabajó con diversos colectivos marginados y vulnerables, empezando por grupos indígenas que contribuyeron a elaborar uno de los primeros proyectos de ley sobre gestión equitativa de los recursos naturales. A continuación, desempeñó un papel crucial en la aprobación de la reforma de la Ley de la prostitución en 2003, garantizando la protección para los menores y la prestación de servicios de salud para todos los trabajadores sexuales. Otro de sus logros, algo que nadie había hecho hasta entonces, fue conseguir que los legisladores firmaran y promulgaran una declaración en la que se explicitaba la protección de la identidad de género en el proyecto de ley de derechos humanos de Nueva Zelanda, así como la promoción del proyecto de ley sobre uniones civiles, que fue aprobado al final de su mandato como parlamentaria, en 2007.
Nacida en el seno de una familia maorí, una tribu indígena de Nueva Zelandia, pasó la mayor parte de su juventud trabajando para forjarse una reputación. Abandonó la escuela a los 16 años, en contra de los deseos de su madre, para trabajar como actor, presentador y trabajador sexual. Llegó incluso a ganar el prestigioso premio G.O.F.T.A. (uno de los galardones más célebres que se conceden a los actores de cine y televisión) por su papel en un popular programa de televisión. Pero ella sabía que esto era solo el principio de un largo viaje y siguió trabajando con gran empeño para cambiar las leyes y las mentalidades.
Impulsada por el deseo de mejorar la vida de los niños rurales que, como ella, crecían en un entorno de exclusión, se trasladó a Carterton, una zona agrícola de la región de Wairarapa, donde trabajó como locutora de radio. Su activismo la llevó a ser elegida alcaldesa en dos ocasiones. En lo personal, se sometió a una operación de cambio de sexo en un momento en que nadie aprobaba ese tipo de iniciativas.
Con el propósito de documentar su vida como personalidad política y actriz de éxito, escribió su autobiografía, titulada A Change for the Better (Un cambio para mejor) y publicada en 1999. En ella nos narra cómo fue capaz de cambiar las percepciones, hacer frente a los estereotipos y llegar a lo más alto cuando la mayoría de la gente le decía que le iba a resultar imposible.